
Publicado en agosto 14, 2025, última actualización en agosto 28, 2025.
En un mundo donde las ofensas y heridas son inevitables, la parábola del siervo que no perdonó nos confronta con una verdad profunda sobre la naturaleza del perdón divino y nuestra responsabilidad de perdonar a otros.
El perdón es uno de los temas más desafiantes y transformadores en las enseñanzas de Jesús.
Esta poderosa historia, narrada exclusivamente en el Evangelio de Mateo, nos invita a reflexionar sobre la magnitud de la misericordia que hemos recibido y cómo esta debe transformar nuestras relaciones con los demás.
Puntos Clave
- La deuda impagable: La parábola ilustra la magnitud infinita de nuestra deuda espiritual ante Dios, representada por los diez mil talentos que humanamente era imposible de pagar.
- La misericordia divina gratuita: El rey muestra una compasión extraordinaria al perdonar completamente una deuda que representaba millones de denarios, simbolizando el perdón incondicional de Dios.
- La hipocresía del perdón selectivo: El siervo perdonado demuestra una actitud despiadada al no perdonar una deuda menor, revelando la inconsistencia entre recibir misericordia y negarla a otros.
- Las consecuencias del corazón no perdonador: La parábola advierte sobre las serias consecuencias espirituales de mantener una actitud no perdonadora después de haber sido perdonados por Dios.
- El perdón como reflejo de nuestra experiencia con Dios: Jesús enseña que nuestro perdón hacia otros debe ser un reflejo natural de haber experimentado el perdón divino en nuestras propias vidas.
- La aplicación práctica del perdón ilimitado: La historia conecta directamente con la enseñanza previa de Jesús sobre perdonar «setenta veces siete», estableciendo el fundamento para un perdón sin límites.
Resumen de la Parábola del Siervo que No Perdonó

Esta parábola, conocida también como la parábola del deudor despiadado, es una de las enseñanzas más impactantes de Jesús sobre el perdón.
La historia revela la conexión inseparable entre el perdón que recibimos de Dios y el perdón que debemos extender a otros, estableciendo un principio fundamental para la vida cristiana.
Los Eventos de la Parábola: Una Narrativa Completa
La parábola se desarrolla en tres actos dramáticos que revelan la naturaleza del perdón y sus implicaciones. Jesús construye cuidadosamente cada escena para maximizar el impacto emocional y espiritual de su enseñanza.
La Deuda Imposible
Un rey decide hacer cuentas con sus siervos y descubre que uno de ellos le debe diez mil talentos, una suma astronómica que representaba millones de veces el salario anual de un trabajador común.
Al no poder pagar, el rey ordena que el siervo, su esposa, sus hijos y todas sus posesiones sean vendidos para recuperar parte de la deuda.
La Misericordia Inesperada
Enfrentado con la pérdida de todo lo que ama, el siervo se postra ante el rey y le suplica: «Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo» (Mateo 18:26). La respuesta del rey trasciende toda expectativa: movido por compasión profunda, perdona completamente toda la deuda.
La Hipocresía Revelada
Inmediatamente después, el siervo perdonado encuentra a un compañero que le debe cien denarios. El compañero suplica con las mismas palabras: «Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo» (Mateo 18:29). Sin embargo, el siervo no muestra misericordia y lo arroja en la cárcel.
La Justicia Restaurada
Otros siervos informan al rey sobre esta injusticia. El rey confronta al siervo: «¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?» (Mateo 18:32-33). Como consecuencia, revoca su perdón y entrega al siervo a los verdugos.
Referencia Bíblica y Contexto
La parábola del siervo que no perdonó se encuentra únicamente en Mateo 18:21-35. A diferencia de otras parábolas que aparecen en múltiples evangelios, esta enseñanza es exclusiva del relato de Mateo, lo que le otorga una importancia particular dentro del contexto del discurso sobre las relaciones comunitarias en el capítulo 18.
El contexto inmediato de la parábola surge de la pregunta de Pedro sobre los límites del perdón. Pedro, probablemente considerándose generoso, pregunta a Jesús si debe perdonar hasta siete veces.
La respuesta de Jesús, «setenta veces siete» (Mateo 18:22), establece el principio del perdón ilimitado, y la parábola que sigue explica el fundamento espiritual de esta enseñanza radical.
El Significado de las Deudas en la Parábola

Para comprender completamente el impacto de esta parábola, es fundamental entender la magnitud de las deudas mencionadas. Las cantidades no son arbitrarias, sino que fueron cuidadosamente seleccionadas por Jesús para crear un contraste dramático que ilustrara su enseñanza espiritual.
La Deuda Impagable: Diez Mil Talentos
La primera deuda mencionada es de diez mil talentos, una cantidad astronómica en la economía del siglo I. Según estudios históricos del Instituto de Arqueología Bíblica, un talento equivalía aproximadamente a 6,000 denarios, y un denario era el salario diario de un trabajador común.
La magnitud de esta deuda se puede apreciar mejor cuando consideramos que:
- Equivalencia económica: Diez mil talentos representaban aproximadamente 60 millones de denarios
- Tiempo de trabajo: Un trabajador necesitaría más de 164,000 años de trabajo continuo para ganar esta cantidad
- Comparación con ingresos regionales: Esta suma excedía los ingresos anuales de provincias enteras del Imperio Romano
Esta cifra imposible simboliza nuestra deuda espiritual ante Dios: el peso acumulado de nuestros pecados y faltas, una deuda que ningún esfuerzo humano podría jamás saldar.
La Deuda Menor: Cien Denarios
En contraste dramático, la segunda deuda era de solo cien denarios, equivalente a aproximadamente tres meses de salario de un trabajador común. Aunque no era una cantidad insignificante, representaba una fracción minúscula comparada con los diez mil talentos.
| Aspecto | Diez Mil Talentos | Cien Denarios |
|---|---|---|
| Equivalencia en denarios | 60,000,000 | 100 |
| Tiempo de trabajo necesario | 164,000+ años | 100 días |
| Proporción | 99.9998% | 0.0002% |
| Simbolismo | Deuda con Dios | Deudas interpersonales |
Esta comparación ilustra la diferencia abismal entre lo que Dios nos ha perdonado y lo que otros pueden debernos a nosotros.
El Rey Misericordioso: Imagen del Perdón Divino

El personaje del rey en la parábola representa a Dios Padre y su respuesta hacia nuestras faltas. El comportamiento del rey revela aspectos fundamentales del carácter divino que trascienden la justicia humana convencional.
La Compasión que Trasciende la Justicia
Cuando el siervo se postra ante el rey pidiendo paciencia, su petición inicial es por tiempo, no por cancelación de la deuda. Sin embargo, el rey responde con algo infinitamente mayor: el perdón total e incondicional. Esta acción ilustra cómo la misericordia divina excede nuestras expectativas y peticiones más audaces.
La reacción del rey demuestra tres características del perdón divino:
- Iniciativa divina: El rey no esperó que el siervo pidiera perdón, sino que respondió a su humillación con misericordia
- Perdón completo: No estableció un plan de pagos ni condiciones, sino que canceló toda la deuda
- Restauración de la relación: Al perdonar, el rey restauró al siervo a su posición, permitiéndole continuar sirviendo
La Motivación del Perdón Real
El texto griego utiliza la palabra «splagchnizomai» para describir la emoción del rey, un término que indica compasión visceral, una misericordia que nace desde lo más profundo del ser. Esta misma palabra se usa frecuentemente para describir la compasión de Jesús hacia las multitudes (Mateo 9:36).
El Siervo Despiadado: Reflejo de la Naturaleza Humana

El comportamiento del siervo perdonado revela patrones profundos de la naturaleza humana que siguen siendo relevantes en la actualidad. Su actitud hacia su compañero deudor expone la tendencia humana a compartimentalizar el perdón recibido y el perdón otorgado.
La Inmediatez de la Hipocresía
Es notable que el siervo adopte una actitud despiadada inmediatamente después de haber sido perdonado. No transcurren días, semanas o meses; la transformación negativa es instantánea. Esto sugiere que el perdón recibido no había penetrado realmente su corazón ni transformado su carácter.
Los elementos de su comportamiento incluyen:
- Violencia física: «Tomándole por el cuello, le ahogaba» (Mateo 18:28)
- Demandas inflexibles: «Págame lo que me debes»
- Sordera selectiva: Ignora las mismas palabras que él había usado ante el rey
- Crueldad legal: Lo arroja en la cárcel sin contemplación
El Contraste con su Propia Experiencia
La ironía más punzante de la parábola radica en que el siervo reproduce exactamente el escenario en el que él había estado, pero desde la posición del acreedor. Su compañero utiliza las mismas palabras que él había empleado: «Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo» (Mateo 18:29).
Esta repetición no es accidental; Jesús está subrayando la ceguera espiritual que puede acompañar al perdón no asimilado. El siervo había experimentado misericordia, pero no había permitido que esa experiencia transformara su perspectiva hacia otros.
Las Consecuencias del Corazón No Perdonador
La parábola concluye con una advertencia severa sobre las consecuencias de mantener una actitud no perdonadora después de haber experimentado el perdón divino. Esta sección revela la seriedad con la que Dios considera nuestro trato hacia otros en relación con el perdón que hemos recibido.
El Juicio Restaurado
Cuando el rey se entera del comportamiento de su siervo, su reacción es de indignación justificada. La frase «siervo malvado» (Mateo 18:32) indica no solo desaprobación, sino una evaluación del carácter revelado por las acciones del siervo.
El rey restaura el juicio original, pero ahora con una dimensión adicional: «¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?» (Mateo 18:33). Esta pregunta retórica revela que el perdón recibido crea una obligación moral de perdonar a otros.
La Entrega a los Verdugos
El final de la parábola es deliberadamente sombrío. El siervo es entregado «a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía» (Mateo 18:34). Esta imagen sugiere un tormento prolongado y la imposibilidad de escapar de las consecuencias.
Jesús concluye con una aplicación directa: «Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas» (Mateo 18:35).
Aplicaciones Prácticas para la Vida Cristiana

La parábola del siervo que no perdonó trasciende su contexto histórico para ofrecer principios eternos que deben guiar las relaciones interpersonales de los creyentes. Estas aplicaciones nos desafían a examinar nuestras propias actitudes y comportamientos hacia el perdón.
El Perdón como Disciplina Espiritual
El perdón no es meramente un acto emocional, sino una disciplina espiritual que requiere desarrollo intencional. Investigaciones en psicología del perdón, como las realizadas por el Instituto Nacional de Salud Mental, confirman que el perdón tiene beneficios medibles para la salud mental y física.
Las características del perdón como disciplina incluyen:
- Decisión consciente: El perdón comienza con una elección deliberada, no con un sentimiento
- Proceso gradual: Raramente es instantáneo, especialmente en casos de heridas profundas
- Recordación activa: Requiere recordar conscientemente el perdón recibido de Dios
- Práctica repetida: Como cualquier disciplina, mejora con la práctica constante
Superando las Barreras Comunes al Perdón
La parábola identifica implícitamente varias barreras que impiden el perdón genuino. Reconocer estas barreras es el primer paso para superarlas:
- Amnesia espiritual: Olvidar o minimizar la magnitud del perdón recibido de Dios. La solución es la meditación regular en la gracia divina.
- Orgullo herido: Sentir que perdonar equivale a justificar el comportamiento del ofensor. El perdón no niega la injusticia, sino que la confía a Dios.
- Temor a la vulnerabilidad: Preocupación de que el perdón invite a futuras ofensas. El perdón puede coexistir con límites saludables y sabiduría práctica.
- Concepto transaccional del perdón: Creer que el perdón debe ser «ganado» o «merecido». La parábola enseña que el perdón es un acto de gracia, no de justicia distributiva.
El Perdón en las Relaciones Cotidianas
La aplicación más práctica de la parábola ocurre en nuestras relaciones diarias. Cada interacción que involucra ofensa, malentendido o conflicto se convierte en una oportunidad para vivir los principios de esta enseñanza.
En el matrimonio y la familia, la parábola ofrece un marco para manejar los conflictos recurrentes. En lugar de llevar un registro de ofensas, los miembros de la familia pueden recordar que todos han sido perdonados mucho por Dios.
En el contexto laboral y social, la enseñanza de Jesús desafía la tendencia cultural hacia la venganza o la retribución. La persona que ha internalized el mensaje de la parábola busca la restauración por encima de la retribución.
Lecciones Teológicas Profundas de la Parábola

Más allá de su aplicación práctica, la parábola del siervo que no perdonó contiene enseñanzas teológicas fundamentales que informan nuestra comprensión de la salvación, la gracia y la vida cristiana. Estas lecciones profundizan nuestra apreciación por la obra de Dios en nuestras vidas.
La Gracia como Fundamento del Perdón
La parábola establece claramente que toda capacidad humana para perdonar debe originarse en el reconocimiento de la gracia divina. No perdonamos para ganar el favor de Dios, sino porque ya lo hemos recibido abundantemente. Esta distinción es crucial para una teología correcta del perdón.
La gracia precede y posibilita el perdón humano. Sin una comprensión experiencial de cuánto hemos sido perdonados, nuestros intentos de perdonar a otros carecerán de la motivación y el poder necesarios. La parábola sugiere que el perdón auténtico es imposible aparte de una revelación personal de la misericordia divina.
La Naturaleza Condicional e Incondicional del Perdón
Una tensión teológica aparente surge de la parábola: ¿es el perdón de Dios condicional o incondicional? La historia sugiere que el perdón divino, aunque libremente otorgado, puede ser retirado si no produce transformación del carácter.
Esta tensión se resuelve al entender que la parábola no habla sobre la justificación inicial, sino sobre la vida continua del creyente. El perdón de Dios es incondicional para la salvación, pero la experiencia continua de esa gracia requiere un corazón que refleje la misericordia recibida.
La Comunidad como Contexto del Perdón
La parábola enfatiza que el perdón no es simplemente un asunto privado entre el individuo y Dios, sino que tiene implicaciones comunitarias. Los «consiervos» que observan la hipocresía del siervo perdonado representan la comunidad de fe que testifica tanto del perdón como de la falta de perdón.
Esta dimensión comunitaria sugiere que nuestro perdón hacia otros es parte integral de nuestro testimonio cristiano. La falta de perdón no solo afecta nuestra relación personal con Dios, sino que también daña el testimonio colectivo de la iglesia.
La Parábola en el Contexto del Discurso de Mateo 18

Para apreciar completamente la parábola del siervo que no perdonó, debemos considerarla dentro del contexto más amplio del capítulo 18 de Mateo, que trata extensamente sobre las relaciones dentro de la comunidad cristiana.
Esta ubicación no es casual, sino que forma parte de una enseñanza cohesiva sobre la vida comunitaria en el reino de los cielos.
Conexión con la Disciplina Eclesiástica
Inmediatamente antes de la parábola, Jesús enseña sobre el proceso de disciplina dentro de la iglesia (Mateo 18:15-20). Este contexto sugiere que el perdón no excluye la disciplina apropiada, sino que la informa con misericordia.
La secuencia de eventos en el capítulo revela un patrón:
- Humildad como característica del reino (versículos 1-5)
- Seriedad de causar tropiezo a otros (versículos 6-9)
- Búsqueda activa de los perdidos (versículos 10-14)
- Proceso de restauración comunitaria (versículos 15-20)
- Fundamento del perdón ilimitado (versículos 21-35)
La Oración del Padre Nuestro como Paralelo
La parábola encuentra un paralelo notable en la oración que Jesús enseñó a sus discípulos: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mateo 6:12). Ambas enseñanzas establecen la conexión inseparable entre el perdón recibido y el perdón otorgado.
La parábola funciona como una exposición dramática de esta petición del Padre Nuestro, ilustrando tanto las bendiciones de vivir en perdón mutuo como las consecuencias de romper este ciclo de misericordia.
Conclusión
La parábola del siervo que no perdonó permanece como una de las enseñanzas más desafiantes y transformadoras de Jesús sobre el perdón. A través de su narrativa dramática, Jesús expone la hipocresía fundamental de recibir misericordia divina mientras negamos esa misma misericordia a otros.
La historia nos confronta con una verdad incómoda pero necesaria: la autenticidad de nuestro perdón se mide no solo por nuestra confesión de fe, sino por nuestra disposición a extender gracia a quienes nos han ofendido.
La magnitud de la deuda perdonada – esos diez mil talentos imposibles de pagar – nos recuerda constantemente que nuestra posición ante Dios se basa enteramente en su misericordia, no en nuestros méritos.
Esta realidad debe humillarnos lo suficiente como para reconocer que las ofensas de otros hacia nosotros, por significativas que sean, palidecen en comparación con lo que Dios nos ha perdonado.
El mensaje central de la parábola no es que debemos perdonar para ganar el favor divino, sino que, habiendo recibido perdón abundante, no podemos sino extenderlo a otros. El perdón se convierte así no en una carga, sino en una expresión natural de corazones transformados por la gracia.
Cuando verdaderamente comprendemos la magnitud de nuestra deuda cancelada, el perdón hacia otros fluye no por obligación, sino por gratitud desbordante.
Que esta parábola nos inspire a examinar nuestros corazones, recordar la misericordia recibida, y vivir como personas que han sido transformadas por el perdón divino.
En un mundo marcado por la división y el resentimiento, los seguidores de Cristo tienen la oportunidad única de demostrar una alternativa radical: una vida caracterizada por la misericordia, la gracia y el perdón que refleja el corazón mismo de Dios.



