
Publicado en agosto 28, 2025, última actualización en octubre 11, 2025.
La parábola del fariseo y el publicano constituye una de las enseñanzas más penetrantes de Jesús sobre la naturaleza de la verdadera espiritualidad y la oración auténtica.
Esta poderosa narrativa confronta directamente el orgullo religioso y exalta la humildad genuina como el camino hacia la justificación divina.
A través del contraste radical entre dos personajes que representan actitudes espirituales opuestas, Jesús revela principios fundamentales sobre cómo Dios evalúa el corazón humano, trascendiendo las apariencias externas y los logros religiosos.
Puntos Clave
- Audiencia específica: Dirigida especialmente a quienes confían en su propia justicia y menosprecian a otros
- Inversión divina de valores: Dios justifica al humilde publicano y rechaza al orgulloso fariseo
- Oración auténtica vs vanidad: La verdadera oración surge del reconocimiento sincero del pecado personal
- Peligro del orgullo religioso: Los líderes espirituales son particularmente vulnerables a la autosuficiencia
- Misericordia divina accesible: Hasta los pecadores más despreciados pueden encontrar perdón mediante la humildad
- Principio universal de justicia: «El que se humilla será enaltecido» refleja un orden divino inmutable
Resumen Completo de la Parábola del Fariseo y el Publicano

Esta extraordinaria enseñanza de Jesús nos presenta un encuentro en el templo entre dos hombres cuyas oraciones reflejan actitudes espirituales radicalmente diferentes.
La parábola revela cómo Dios evalúa el corazón humano según criterios que frecuentemente contradicen los juicios sociales y religiosos convencionales.
Referencia Bíblica y Contexto
La parábola del fariseo y el publicano aparece exclusivamente en Lucas 18:9-14, formando parte integral de la enseñanza de Jesús sobre la oración y la actitud correcta hacia Dios.
El evangelista Lucas introduce la narrativa con una declaración explícita sobre su propósito: dirigirse «a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros» (Lucas 18:9).
Esta parábola se sitúa inmediatamente después de la enseñanza sobre la viuda persistente, creando una secuencia deliberada sobre diferentes aspectos de la oración. Mientras la primera parábola enfatiza la perseverancia, esta segunda se concentra en la actitud correcta del corazón durante la oración.
Los Eventos de la Parábola del Fariseo y el Publicano
La estructura narrativa se desarrolla en el escenario sagrado del templo de Jerusalén, donde dos hombres de estatus social y moral muy diferentes acuden para orar. Su encuentro revela verdades profundas sobre la naturaleza de la justificación divina.
El Ascenso al Templo
El relato comienza situando a ambos personajes en el mismo espacio sagrado: «Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano» (Lucas 18:10).
Este detalle no es casual; ambos reconocen la necesidad de acercarse a Dios, pero sus motivaciones y actitudes difieren radicalmente.
El templo, como lugar de encuentro entre lo divino y lo humano, se convierte en el escenario perfecto para revelar los contrastes en sus corazones.
La Oración del Fariseo

El fariseo adopta una posición prominente y pronuncia una oración que revela su carácter: «Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano» (Lucas 18:11-12).
Su oración se caracteriza por la comparación con otros, el catálogo de sus virtudes y la ausencia de cualquier reconocimiento de necesidad personal.
La Oración del Publicano

En contraste absoluto, el publicano adopta una postura de profunda humildad: «estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador» (Lucas 18:13).
Su oración es breve pero profunda, caracterizada por el reconocimiento de su condición pecaminosa y la súplica por misericordia divina.
El Veredicto Divino
Jesús concluye con una declaración sorprendente que invierte completamente las expectativas sociales: «Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido» (Lucas 18:14).
Esta conclusión revela los criterios divinos para la justificación.
Análisis de los Personajes Principales
Los dos protagonistas de esta parábola representan más que individuos históricos; encarnan actitudes espirituales universales que trascienden épocas y culturas. Su contraste ilumina principios fundamentales sobre la relación correcta entre el ser humano y Dios.
El Fariseo: Símbolo del Orgullo Religioso

El personaje del fariseo representa una de las tentaciones más sutiles y peligrosas de la vida espiritual: el orgullo religioso que se origina en los logros espirituales genuinos. Sus características revelan aspectos importantes:
- Observancia religiosa auténtica: Sus ayunos y diezmos no eran fingidos sino reales
- Moralidad superior: Su afirmación sobre no ser ladrón, injusto o adúltero era probablemente cierta
- Posición social respetable: Los fariseos gozaban de reconocimiento público por su piedad
- Ceguera espiritual: Su incapacidad para reconocer su necesidad de misericordia divina
La Universidad Pontificia Comillas, reconocida como la primera Facultad de Teología de España según el ranking mundial QS, ha desarrollado extensas investigaciones sobre este personaje, destacando que representa la tentación constante de convertir los logros espirituales en motivos de orgullo.
El Publicano: Modelo de Humildad Auténtica

El publicano encarna la actitud espiritual que Dios acepta y bendice. Sus características contrastan radicalmente con las del fariseo:
- Reconocimiento de la realidad personal: Acepta su condición de pecador sin excusas
- Humildad genuina: Su postura física refleja la condición de su corazón
- Dependencia total de la misericordia: No presenta méritos propios ante Dios
- Simplicidad en la oración: Su súplica es directa y sin adornos retóricos
Contexto Histórico y Cultural

Para comprender completamente esta parábola, es esencial situarla dentro del marco social y religioso del judaísmo del primer siglo, donde los roles sociales de fariseos y publicanos estaban claramente definidos y generalmente aceptados.
Los Fariseos en la Sociedad Judía
Los fariseos constituían uno de los grupos religiosos más influyentes del judaísmo del primer siglo.
En comparación con otros grupos judíos de esa época, los fariseos eran progresistas que adaptaban los mandamientos bíblicos a las necesidades y realidades de su tiempo.
Sus características principales incluían:
- Interpretación de la Ley: Desarrollaron tradiciones orales para aplicar la Torá a situaciones contemporáneas
- Creencias teológicas avanzadas: Aceptaban la resurrección, los ángeles y el juicio futuro
- Popularidad entre las masas: Gozaban de respeto público por su piedad aparente
- Estricta observancia: Cumplían meticulosamente las prescripciones religiosas
Los Publicanos en el Mundo Romano
Los publicanos ocupaban una posición social despreciada pero económicamente importante en el sistema romano de recaudación de impuestos.
Los romanos subastaban el derecho de recaudar los impuestos indirectos al mejor postor, el cual entonces colectaba estos impuestos con sus agentes. Para operar este negocio con ganancia, tenían que colectar más de lo que pagaban en las subastas.
Su situación social incluía:
- Odio popular: Eran vistos como colaboradores del ocupante romano
- Corrupción sistemática: Su sustento dependía de cobrar más de lo debido
- Exclusión religiosa: Se les consideraba ritualmente impuros
- Riqueza mal vista: Sus ganancias se percibían como producto de la injusticia
El Templo como Escenario
El templo de Jerusalén servía como centro de la vida religiosa judía y el lugar apropiado para la oración formal.
Su significado incluía:
- Presencia divina: Considerado el lugar especial de la habitación de Dios
- Purificación ritual: Las oraciones en el templo tenían significado especial
- Jerarquía social: Diferentes áreas para diferentes clases de personas
- Simbolismo nacional: Representaba la identidad del pueblo elegido
Interpretaciones Teológicas Principales

A lo largo de la historia cristiana, esta parábola ha generado diversas interpretaciones teológicas que han enriquecido la comprensión de su mensaje central. Los diferentes enfoques han iluminado aspectos distintos de su profundidad espiritual.
Justificación por Fe vs Obras
Una interpretación fundamental se centra en el contraste entre la justificación basada en méritos propios versus la gracia divina:
Enfoque del fariseo: Presenta sus obras como base para la aceptación divina, incluyendo:
- Ayunos voluntarios que excedían los requerimientos legales
- Diezmos completos de todas sus posesiones
- Moralidad superior comparativa con otros
Enfoque del publicano: Apela exclusivamente a la misericordia divina:
- Reconoce su pecaminosidad sin justificaciones
- No presenta obras meritorias ante Dios
- Confía completamente en la gracia divina para el perdón
Oración Auténtica vs Exhibición Religiosa
El primer versículo y el último indican que lo que causa la inversión del resultado esperado es la actitud de cada uno. El publicano ora con humildad y remordimiento, incorporando el cuerpo entero y ubicándose lejos para mostrar su vergüenza.
Las características de la oración auténtica incluyen:
- Reconocimiento de la realidad personal: Admisión honesta de la condición espiritual
- Humildad genuina: Ausencia de comparaciones favorables con otros
- Dependencia de la misericordia: Confianza en la gracia divina más que en méritos propios
- Simplicidad: Expresión directa sin adornos retóricos innecesarios
El Peligro del Orgullo Espiritual
El fariseo no falla porque vive una vida virtuosa y se esfuerza por vivir según los mandamientos de Dios. Él falla a causa de su actitud, por la cual se enaltece y desprecia a quienes no tienen tanto éxito en cumplir con los mismos mandamientos.
Esta interpretación advierte sobre:
- Logros espirituales convertidos en orgullo: Cuando las disciplinas espirituales alimentan la vanidad
- Comparaciones espirituales: El peligro de medir la espiritualidad propia contra la ajena
- Menosprecio de otros: La actitud de superioridad hacia quienes luchan espiritualmente
- Autosuficiencia religiosa: La ilusión de no necesitar la gracia divina
Enseñanzas y Aplicaciones Prácticas

Las lecciones de esta parábola trascienden su contexto histórico específico y ofrecen guía práctica para enfrentar los desafíos espirituales contemporáneos. Su aplicación abarca múltiples dimensiones de la experiencia cristiana moderna.
Principios de Oración Auténtica
La parábola establece criterios claros para una vida de oración genuina y efectiva:
- Reconocimiento de la realidad personal: La oración auténtica comienza con la honestidad radical sobre nuestra condición espiritual. Esto implica abandonar las máscaras y pretensiones para presentarnos ante Dios tal como somos.
- Humildad ante la grandeza divina: El contraste entre nuestra pequeñez y la magnificencia de Dios debe informar toda nuestra aproximación a la oración. Esta humildad no es autocompasión sino reconocimiento de la realidad.
- Dependencia de la gracia: La oración efectiva reconoce que todo bien en nuestras vidas procede de la misericordia divina, no de nuestros méritos o esfuerzos personales.
Evaluación de la Vida Espiritual
La parábola ofrece criterios para evaluar nuestro crecimiento espiritual:
- Actitud hacia otros creyentes: Nuestro crecimiento espiritual se mide mejor por nuestro aumento en compasión y humildad hacia otros, especialmente hacia quienes luchan espiritualmente.
- Motivación en las disciplinas espirituales: Las prácticas religiosas deben fluir del amor a Dios y el deseo de crecimiento, no del deseo de reconocimiento o superioridad moral.
- Respuesta a los logros espirituales: Los avances genuinos en la fe deben producir mayor humildad y reconocimiento de nuestra dependencia continua de la gracia divina.
Peligros del Liderazgo Religioso
Los líderes de la comunidad (especialmente los dirigentes religiosos) son particularmente vulnerables a este peligro del orgullo espiritual.
Los riesgos específicos incluyen:
- Profesionalización de la espiritualidad: Convertir la vida espiritual en performance pública
- Comparación constante: Evaluar el ministerio propio contra el de otros líderes
- Expectativas de reconocimiento: Esperar gratitud y admiración por el servicio espiritual
- Aislamiento de la corrección: Resistir la crítica constructiva debido a la posición de autoridad
Relevancia en el Mundo Moderno

Esta parábola milenaria mantiene una relevancia sorprendente en nuestro contexto contemporáneo, donde las tentaciones del orgullo espiritual y la comparación religiosa continúan siendo desafíos significativos para los creyentes modernos.
Redes Sociales y Espiritualidad
La era digital ha creado nuevas oportunidades para el tipo de exhibición espiritual que Jesús criticó en el fariseo:
- Espiritualidad performativa: Las plataformas sociales pueden convertirse en espacios para exhibir logros espirituales, disciplinas religiosas y conocimiento bíblico con motivaciones similares a las del fariseo.
- Comparación espiritual digital: La facilidad para observar la vida espiritual aparente de otros puede alimentar tanto el orgullo («soy más espiritual que ellos») como el desánimo («nunca seré tan espiritual como ellos»).
- Métricas de espiritualidad: La tendencia a cuantificar el crecimiento espiritual (lecturas bíblicas, tiempo de oración, actividades ministeriales) puede reproducir la mentalidad contable del fariseo.
Diversidad Denominacional Contemporánea
En un contexto cristiano marcado por la diversidad denominacional, la parábola ofrece sabiduría relevante:
- Orgullo denominacional: La tentación de considerar la propia tradición teológica como superior a otras puede reproducir la actitud del fariseo hacia el publicano.
- Exclusivismo religioso: El peligro de usar las diferencias doctrinales para menospreciar a creyentes de otras tradiciones cristianas.
- Ortodoxia sin amor: La posibilidad de mantener creencias teológicamente correctas mientras se carece de la humildad y compasión que caracterizaron al publicano.
Aplicaciones en la Vida Congregacional
Las lecciones de la parábola se aplican directamente a la vida de las comunidades cristianas contemporáneas:
- Cultura congregacional: Las iglesias pueden desarrollar atmósferas que recompensan la exhibición espiritual más que el crecimiento genuino en humildad y amor.
- Ministerios de servicio: Los roles de liderazgo y servicio en la iglesia pueden convertirse en fuentes de orgullo espiritual si no se abordan con la actitud del publicano.
- Disciplina eclesiástica: El manejo de situaciones de pecado y restauración en la comunidad debe reflejar la misericordia que Dios mostró al publicano arrepentido.
Conclusión
La parábola del fariseo y el publicano permanece como una de las enseñanzas más directas y desafiantes de Jesús sobre la naturaleza de la verdadera espiritualidad y los criterios divinos para la justificación.
Su mensaje trasciende las barreras culturales y temporales, confrontando a cada generación de creyentes con preguntas fundamentales sobre orgullo, humildad y autenticidad espiritual.
Esta narrativa no constituye simplemente una crítica del fariseísmo histórico, sino una advertencia continua contra las tentaciones universales del orgullo religioso que pueden afectar a cualquier persona sinceramente comprometida con la vida espiritual.
La ironía central de la parábola – que el «pecador» encuentra justificación mientras el «justo» es rechazado – revela la naturaleza radical de la gracia divina que opera según principios que frecuentemente contradicen las expectativas humanas.
La relevancia contemporánea de esta enseñanza se intensifica en una era caracterizada por la exhibición pública de logros personales y la comparación constante con otros. Las redes sociales y la cultura de la celebridad han creado nuevas oportunidades para el tipo de autopromoción espiritual que Jesús condenó en el fariseo, mientras que la humildad genuina del publicano se vuelve cada vez más contracultural.
Finalmente, esta parábola nos recuerda que el camino hacia la justificación divina no se encuentra en la acumulación de méritos religiosos ni en la superioridad moral comparativa, sino en el reconocimiento humilde de nuestra necesidad continua de la misericordia divina.
En un mundo que valora el logro y la autosuficiencia, la oración simple del publicano – «Dios, sé propicio a mí, pecador» – sigue siendo el fundamento de toda auténtica experiencia espiritual y el punto de entrada a la gracia transformadora de Dios.



