
Publicado en agosto 3, 2025, última actualización en septiembre 27, 2025.
Una de las preguntas más debatidas en el cristianismo es si los creyentes actuales están bajo la Ley de Moisés o bajo la Gracia.
Esta cuestión surge especialmente al estudiar la declaración de Jesús en Mateo 5:17: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.»
¿Significó esto que la ley mosaica permanece vigente, o que Jesús la completó de tal manera que ahora vivimos bajo un nuevo sistema?
Esta pregunta no es meramente académica; afecta cómo entendemos la salvación, la vida cristiana práctica y nuestra relación con Dios. Exploraremos esta importante cuestión examinando tanto el propósito original de la ley como la naturaleza transformadora de la gracia.
Puntos Clave
- Jesús cumplió perfectamente la ley: Cristo no vino a destruir o abolir la ley de Moisés, sino a darle pleno cumplimiento en cada aspecto moral, ceremonial y profético.
- La ley como preparación divina: La ley mosaica sirvió como «ayo» o tutor que llevó a la humanidad a Cristo, revelando el pecado y la necesidad de un Salvador.
- Transición del antiguo al nuevo pacto: Los creyentes han pasado del pacto mosaico al nuevo pacto en Cristo, caracterizado por la gracia y el poder del Espíritu Santo.
- La ley de Cristo reemplaza la ley mosaica: Ahora vivimos bajo «la ley de Cristo» que incluye sus enseñanzas y los principios del nuevo pacto, no las ordenanzas ceremoniales del Antiguo Testamento.
- Gracia que capacita, no que permite licencia: La gracia no elimina la responsabilidad moral, sino que nos da poder divino para vivir en rectitud a través del Espíritu Santo.
- Continuidad de principios morales eternos: Los principios morales fundamentales de Dios permanecen, pero ahora se expresan a través de la ley del amor y la transformación interior.
El Significado de «Cumplir» la Ley en Mateo 5:17

Para entender nuestra relación actual con la ley mosaica, debemos examinar cuidadosamente las palabras de Jesús en Mateo 5:17-18: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.«
La palabra griega «plerosai» (cumplir) no significa simplemente «obedecer» o «mantener en vigor», sino «llevar a su plenitud» o «completar». Jesús no vino meramente a ser un ejemplo de obediencia a la ley, sino a ser el cumplimiento mismo de todo lo que la ley señalaba y prefiguraba.
Cristo cumplió la ley en múltiples dimensiones. Primero, cumplió todas las profecías mesiánicas contenidas en «la ley y los profetas» (una expresión judía que abarcaba todo el Antiguo Testamento). Como él mismo explicó a los discípulos en el camino a Emaús en Lucas 24:44: «Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.«
Segundo, Jesús cumplió perfectamente las demandas morales de la ley. Como él mismo desafió en Juan 8:46: «¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?» Su vida fue la única demostración perfecta de lo que la ley exigía en términos de justicia.
Tercero, Cristo cumplió el sistema ceremonial de la ley. Todos los sacrificios, festivales y rituales del Antiguo Testamento señalaban hacia él. Hebreos 10:1 explica que «la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.«
Cuando Jesús dijo «hasta que todo se haya cumplido», se refería a este cumplimiento completo de la ley en todas sus dimensiones. No significa que la ley permanece vigente hasta el fin del mundo, sino hasta que su propósito se complete en Cristo.
Jesús y las Aparentes Violaciones de la Ley Mosaica
Una objeción importante a la idea de que Jesús cumplió perfectamente la ley surge de los numerosos ejemplos donde aparentemente la violó, especialmente en relación al Shabbat. Esta tensión requiere una explicación cuidadosa.
Las acciones de Jesús en el Shabbat:
- Sanó en el Shabbat (Lucas 13:10-17, Juan 5:1-18)
- Permitió que sus discípulos recogieran espigas (Mateo 12:1-8)
- Declaró que «el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo» (Marcos 2:28)
La clave está en distinguir entre:
- La ley de Dios vs. las tradiciones humanas: Jesús constantemente confrontó las tradiciones rabínicas que habían añadido cargas a la ley original. En Marcos 7:8-9 declaró: «Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres… Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.»
- El espíritu vs. la letra de la ley: Jesús reveló el verdadero propósito de la ley. Cuando sanó en Shabbat, demostró que la ley del amor y la misericordia era superior a la interpretación legalista. En Mateo 12:7 citó a Oseas: «Si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes.»
- Su autoridad como Legislador Divino: Como Hijo de Dios, Jesús tenía autoridad sobre la ley que él mismo había dado. En Juan 5:17 explicó: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo,» indicando que ciertos principios divinos trascienden las regulaciones sabáticas.
- El cumplimiento progresivo: Jesús estaba en proceso de cumplir la ley, no simplemente obedecerla como cualquier otro judío. Su «transgresión» aparente del Shabbat era en realidad el cumplimiento del verdadero propósito del Shabbat: el descanso y la restauración que él mismo proporcionaría.
Por tanto, Jesús no violó la ley de Dios, sino que la cumplió revelando su verdadero significado y propósito, mientras rechazaba las interpretaciones legalistas que oscurecían la intención divina original.
El Propósito Original de la Ley de Moisés

Para entender por qué ya no estamos bajo la ley mosaica, debemos comprender su propósito original. La ley no fue dada como el plan eterno de Dios para la humanidad, sino como una medida temporal con objetivos específicos.
Pablo explica en Gálatas 3:19 que la ley «fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa.» La ley era temporal, diseñada para funcionar «hasta que viniese» Cristo.
El apóstol continúa en Gálatas 3:24-25: «De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.» La palabra griega «paidagogos» (ayo) se refería a un esclavo encargado de llevar a los niños a la escuela y supervisar su conducta hasta que maduraran.
La ley cumplió varias funciones preparatorias esenciales:
- Reveló el pecado: Romanos 3:20 declara que «por medio de la ley es el conocimiento del pecado.» La ley actuó como un espejo que mostró la condición pecaminosa de la humanidad.
- Demostró la imposibilidad de la justificación por obras: Romanos 3:23 establece que «todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.» La ley demostró que nadie podía cumplirla perfectamente.
- Preparó el camino para Cristo: Todo el sistema ceremonial prefiguraba la obra redentora de Cristo. Los sacrificios señalaban hacia el sacrificio perfecto, el sacerdocio hacia el gran sumo sacerdote, y las festividades hacia las realidades espirituales del nuevo pacto.
- Preservó al pueblo de Dios: La ley mantuvo a Israel como nación distinta hasta la venida del Mesías, preservando tanto la línea genealógica davídica como las promesas mesiánicas.
La Transición del Antiguo al Nuevo Pacto

La muerte y resurrección de Cristo marcaron una transición fundamental del antiguo pacto (establecido en el Monte Sinaí) al nuevo pacto (profetizado en Jeremías 31:31-34 y establecido por Cristo).
Hebreos 8:13 declara claramente: «Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.» El autor de Hebreos está explicando que el nuevo pacto ha reemplazado al antiguo.
Las características distintivas del nuevo pacto incluyen:
- Fundamento en mejores promesas: Hebreos 8:6 explica que Cristo «es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.»
- Ley escrita en el corazón: Jeremías 31:33 promete: «Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón.» Ya no dependemos de tablas de piedra externas, sino de la transformación interior por el Espíritu.
- Perdón completo de pecados: El nuevo pacto ofrece remisión total y permanente, no la cobertura temporal que ofrecían los sacrificios del Antiguo Testamento.
- Acceso directo a Dios: Hebreos 10:19-22 describe cómo tenemos «libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.»
El Concilio de Jerusalén en Hechos 15 estableció oficialmente que los gentiles convertidos no necesitaban someterse a la ley mosaica.
Hechos 15:10-11 registra las palabras de Pedro: «¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.«
La Ley de Cristo vs. La Ley de Moisés
Los creyentes del nuevo pacto no viven sin ley, sino bajo una ley diferente y superior: «la ley de Cristo» mencionada en Gálatas 6:2: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.»
Romanos 8:2 se refiere a esta como «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» que nos «ha librado de la ley del pecado y de la muerte.»
La ley de Cristo se diferencia de la ley mosaica en varios aspectos fundamentales:
- Origen y mediador: La ley mosaica fue dada a través de Moisés como mediador, mientras que la ley de Cristo viene directamente de Cristo y es mediada por el Espíritu Santo.
- Alcance: La ley mosaica se dirigía específicamente a Israel como nación, mientras que la ley de Cristo es universal, aplicándose a todos los creyentes independientemente de su trasfondo étnico.
- Naturaleza: La ley mosaica era principalmente externa, escrita en tablas de piedra, mientras que la ley de Cristo es interna, escrita por el Espíritu en el corazón.
- Poder: La ley mosaica podía revelar el pecado pero no proveía poder para vencerlo. La ley de Cristo viene acompañada del poder del Espíritu Santo para cumplirla.
- Penalidad: La ley mosaica traía maldición por desobediencia (Gálatas 3:10), mientras que bajo la ley de Cristo, la penalidad ya fue pagada por Cristo.
La ley de Cristo incluye todas las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles registradas en el Nuevo Testamento.
Esta ley se resume en el mandamiento del amor: Juan 13:34-35: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.»
La Naturaleza de la Gracia y Su Relación con la Ley

La gracia no es simplemente la ausencia de ley, sino el poder divino que nos capacita para vivir en rectitud. Romanos 6:14 declara: «El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.»
Algunos han malinterpretado esto como una licencia para pecar, pero Pablo inmediatamente refuta esta idea en Romanos 6:15: «¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.«
La gracia opera de manera diferente a la ley:
- La gracia transforma el corazón: Mientras la ley externa podía regular la conducta, la gracia transforma los deseos y motivaciones internas. Ezequiel 36:26 promete: «Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros.«
- La gracia provee poder: Tito 2:11-12 explica que «la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.«
- La gracia produce fruto espiritual: Gálatas 5:22-23 describe el fruto del Espíritu: «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.«
- La gracia motiva por amor, no por temor: 2 Corintios 5:14 declara: «El amor de Cristo nos constriñe.» La obediencia bajo la gracia surge del amor y la gratitud, no del temor al castigo.
Juan 1:17 establece el contraste: «Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.» Esto no significa que la ley era mala, sino que la gracia representa un sistema superior de relación con Dios.
Los Principios Morales Eternos vs. Las Ordenanzas Ceremoniales
Es crucial distinguir entre los principios morales eternos de Dios y las ordenanzas ceremoniales específicas de la ley mosaica. Aunque ya no estamos bajo el sistema legal mosaico, los principios morales fundamentales de Dios permanecen inmutables.
Principios morales que permanecen:
- La santidad de la vida humana
- La importancia de la veracidad
- El respeto por la propiedad
- La fidelidad en las relaciones
- La adoración exclusiva a Dios
- La justicia social
- El cuidado de los vulnerables
Estos principios se expresan ahora no a través de los mandamientos específicos de la ley mosaica, sino a través de las enseñanzas de Cristo y los apóstoles en el Nuevo Testamento.
Ordenanzas ceremoniales que terminaron:
- El sistema de sacrificios
- Las leyes dietéticas específicas
- Los rituales de purificación
- Las festividades judías obligatorias
- La circuncisión como requisito
- El sacerdocio levítico
- Las regulaciones del templo
Colosenses 2:16-17 clarifica: «Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.«
La diferencia radica en que los principios morales reflejan el carácter inmutable de Dios, mientras que las ordenanzas ceremoniales eran sombras temporales que señalaban hacia Cristo.
Hebreos 13:8 afirma: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.» Su carácter moral no cambia, pero los métodos de expresar la adoración y la obediencia sí han cambiado con la venida del nuevo pacto.
Implicaciones Prácticas para la Vida Cristiana
Entender nuestra posición bajo la gracia en lugar de bajo la ley tiene implicaciones profundas para la vida cristiana práctica.
- En cuanto a la salvación: Efesios 2:8-9 es claro: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.» La salvación no se obtiene guardando la ley mosaica, sino por fe en Cristo.
- En cuanto a la santificación: Filipenses 2:12-13 nos instruye: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.» Dios mismo obra en nosotros para producir obediencia.
- En cuanto a la conducta moral: 1 Corintios 6:19-20 nos recuerda: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.»
- En cuanto a la adoración: Juan 4:23-24 enseña que «los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.» Ya no adoramos según las regulaciones ceremoniales del Antiguo Testamento, sino en espíritu y verdad.
- En cuanto a las relaciones: Gálatas 5:13 instruye: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.»
- En cuanto a las decisiones éticas: 1 Corintios 10:31 proporciona un principio guía: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.»
Diferentes Perspectivas Dentro del Cristianismo

Es importante reconocer que dentro del cristianismo existen diferentes perspectivas sobre la relación entre la ley y la gracia, aunque todas las corrientes principales coinciden en que la salvación es por gracia a través de la fe.
- Perspectiva Reformada/Calvinista: Esta tradición distingue entre la ley moral (resumida en los Diez Mandamientos), la ley ceremonial y la ley civil. Sostiene que la ley moral permanece como guía para la vida cristiana, aunque no como medio de salvación.
- Perspectiva Dispensacionalista: Esta corriente enfatiza más claramente la distinción entre la dispensación de la ley y la dispensación de la gracia, viendo la iglesia como completamente separada del sistema legal mosaico.
- Perspectiva de la Teología del Pacto: Esta aproximación ve una continuidad mayor entre los pactos, pero reconoce que el nuevo pacto ha transformado la manera en que se relacionan la ley y la gracia.
- Perspectiva Pentecostal/Carismática: Esta tradición enfatiza el papel del Espíritu Santo en capacitar a los creyentes para vivir en obediencia, generalmente alineándose con la idea de que la ley ceremonial ha sido cumplida en Cristo.
Independientemente de los matices teológicos, todas estas perspectivas coinciden en puntos fundamentales:
- La salvación es por gracia, no por obras de la ley
- Cristo cumplió la ley perfectamente
- Los creyentes tienen una nueva relación con Dios através de Cristo
- El Espíritu Santo capacita para la vida cristiana
- Los principios morales de Dios permanecen válidos
El Equilibrio Entre Gracia y Responsabilidad
Una comprensión madura de la gracia evita dos extremos peligrosos: el legalismo y el antinomianismo.
- El legalismo intenta ganar o mantener la salvación a través de la observancia de reglas, fundamentalmente malinterpretando la naturaleza de la gracia. Gálatas 5:4 advierte: «De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.»
- El antinomianismo (literalmente «contra la ley») usa la gracia como excusa para la inmoralidad, malinterpretando la libertad cristiana. Judas 4 advierte contra aquellos que «convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios.»
La gracia auténtica produce una respuesta de amor y obediencia. Santiago 2:26 establece: «Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.» Las obras no producen salvación, pero la salvación auténtica produce obras.
1 Juan 5:3 expresa esta verdad hermosamente: «Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.» Bajo la gracia, la obediencia se convierte en una expresión natural del amor, no en una carga pesada.
La Obra del Espíritu Santo en la Vida del Creyente

El Espíritu Santo juega un papel central en capacitar a los creyentes para vivir bajo la gracia en lugar de bajo la ley.
Romanos 8:3-4 explica: «Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.»
- El Espíritu convence de pecado: Juan 16:8 describe cómo «convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.» Esta convicción interna es más efectiva que la ley externa.
- El Espíritu transforma el carácter: 2 Corintios 3:18 promete que «somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.»
- El Espíritu capacita para la obediencia: Gálatas 5:16 instruye: «Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.»
- El Espíritu produce fruto espiritual: Como se mencionó anteriormente, Gálatas 5:22-23 describe el fruto del Espíritu que naturalmente cumple los principios morales de Dios.
- El Espíritu intercede en oración: Romanos 8:26-27 asegura que «el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.»
Esta obra del Espíritu hace posible lo que la ley no podía lograr: la transformación genuina del corazón y la capacitación sobrenatural para vivir en rectitud.
Aplicación Personal y Crecimiento Espiritual

Entender que estamos bajo la gracia y no bajo la ley debe transformar nuestra aproximación al crecimiento espiritual y la vida cristiana práctica.
- En la lectura bíblica: Leemos el Antiguo Testamento con aprecio por su valor histórico, profético y moral, pero entendiendo que Cristo es el cumplimiento de sus tipos y sombras. Lucas 24:27 describe cómo Jesús «les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.»
- En la oración: Nos acercamos a Dios con confianza, no basados en nuestros méritos sino en la obra de Cristo. Hebreos 4:16 nos invita: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»
- En el manejo del pecado: Cuando fallamos, recurrimos al perdón inmediato disponible en Cristo, no a rituales de purificación. 1 Juan 1:9 promete: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.»
- En la toma de decisiones éticas: Buscamos la guía del Espíritu Santo y los principios del Nuevo Testamento, no las regulaciones específicas del Antiguo Testamento. Romanos 12:2 nos instruye a ser «transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»
- En la adoración: Adoramos en espíritu y verdad, no según las prescripciones ceremoniales del Antiguo Testamento. Filipenses 3:3 identifica a los verdaderos creyentes como aquellos que «en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.»
- En el servicio a otros: Servimos motivados por el amor de Cristo, no por obligación legal. 2 Corintios 5:14 explica: «Porque el amor de Cristo nos constriñe.»
Preguntas Frecuentes y Malentendidos Comunes
¿Significa esto que los Diez Mandamientos ya no aplican?
Los principios morales eternos reflejados en los Diez Mandamientos (como no adorar ídolos, no matar, no robar, etc.) permanecen válidos porque reflejan el carácter de Dios. Sin embargo, no estamos bajo ellos como un código legal externo, sino que el Espíritu Santo escribe estos principios en nuestros corazones de manera transformada.
¿Pueden los cristianos ignorar completamente el Antiguo Testamento?
Absolutamente no. 2 Timoteo 3:16 declara que «toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia.» El Antiguo Testamento sigue siendo valioso para entender el carácter de Dios, los principios morales eternos, y las prefiguraciones de Cristo.
¿Qué pasa con el día de reposo?
Colosenses 2:16-17 indica que los días de reposo eran «sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.» Los cristianos encuentran su reposo verdadero en Cristo (Mateo 11:28), aunque muchos siguen observando un día semanal de adoración y descanso como principio de sabiduría.
¿Deben los cristianos diezmar?
El diezmo era parte del sistema legal del Antiguo Testamento. Los cristianos del Nuevo Testamento son llamados a dar generosa y voluntariamente (2 Corintios 9:7), siendo el diezmo a menudo un punto de partida útil pero no un requisito legal.
¿Cómo manejamos las aparentes contradicciones en las enseñanzas de Pablo?
Pablo debe ser entendido en contexto. Cuando defiende la validez de la ley en ciertos pasajes, generalmente está hablando de su valor pedagógico o moral. Cuando habla de estar libres de la ley, se refiere a la libertad del sistema legal como medio de justificación.
Testimonios Bíblicos de la Transición
Varios pasajes del Nuevo Testamento documentan claramente la transición de la ley a la gracia:
- El testimonio de Pedro en Hechos 15: Hechos 15:10-11 registra: «Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.»
- El testimonio de Pablo en Romanos: Romanos 7:6 declara: «Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.»
- El testimonio del autor de Hebreos: Hebreos 7:18-19 explica: «Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.»
- La ruptura del velo del templo: Mateo 27:51 registra que cuando Jesús murió, «el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.» Esto simbolizó el fin del sistema de separación entre Dios y el hombre que caracterizaba la dispensación de la ley.
Implicaciones para la Iglesia Contemporánea
Esta comprensión tiene implicaciones importantes para la iglesia moderna:
- En la evangelización: Predicamos a Cristo como el cumplimiento de la ley, no la ley como medio de salvación. Hechos 13:39 promete: «Y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.»
- En el discipulado: Enseñamos a los nuevos creyentes a depender del Espíritu Santo para el crecimiento espiritual, no en la observancia de reglas externas. Colosenses 2:6-7 instruye: «Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe.»
- En la predicación: Exponemos todo el consejo de Dios, pero siempre a través de la lente de Cristo y el nuevo pacto. 2 Corintios 3:14-16 explica que el velo que oculta el verdadero significado del Antiguo Testamento «por Cristo es quitado.»
- En la consejería pastoral: Ayudamos a las personas a encontrar libertad en Cristo, no carga bajo regulaciones legales. Gálatas 5:1 declara: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.»
Conclusión
La pregunta sobre si estamos bajo la ley de Moisés o bajo la gracia encuentra su respuesta clara en las Escrituras: estamos definitivamente bajo la gracia, habiendo sido liberados del sistema legal mosaico a través de la obra perfecta de Cristo.
Jesús no vino a abolir la ley en el sentido de destruir su valor o negar su origen divino, sino a cumplirla de manera tan completa que todo lo que señalaba y prefiguraba encontró su realización en él.
Este cumplimiento marca el fin de la ley como sistema de justificación y el inicio de una nueva era de gracia donde el Espíritu Santo obra desde adentro hacia afuera, transformando corazones y capacitando para una obediencia que surge del amor en lugar del temor. La ley de Cristo, escrita en nuestros corazones por el Espíritu, reemplaza las tablas de piedra del Monte Sinaí, ofreciendo tanto un estándar más alto como el poder divino para alcanzarlo.
Esto no significa libertinaje ni antinomianismo. La gracia auténtica produce fruto espiritual y una vida transformada que refleja el carácter de Cristo. Los principios morales eternos de Dios permanecen válidos, pero ahora se expresan a través de la ley del amor y se cumplen mediante el poder del Espíritu Santo que habita en cada creyente.
La iglesia contemporánea debe abrazar completamente esta libertad gloriosa mientras rechaza tanto el legalismo que busca añadir obras a la gracia como el antinomianismo que pervierte la gracia en licencia para pecar.
Vivimos en el equilibrio hermoso de ser libres de la condenación de la ley pero responsables ante la ley de Cristo, capacitados por el Espíritu Santo para vivir vidas que glorifican a Dios y bendicen a otros.
En última instancia, la respuesta a nuestra pregunta inicial es clara: estamos bajo la gracia, y esta gracia es suficiente para salvarnos completamente, transformarnos continuamente y capacitarnos para vivir vidas que honren a aquel que nos amó y se entregó por nosotros.