
Publicado en agosto 27, 2025, última actualización en octubre 25, 2025.
La historia del apóstol Mateo ha generado curiosidad durante siglos.
¿Por qué los Evangelios mencionan tantas veces que era cobrador de impuestos si supuestamente era un trabajo respetable?
La realidad es que en la Palestina del siglo I, ser publicano no era precisamente un «empleo noble«, sino todo lo contrario: representaba la traición, la corrupción y la colaboración con el enemigo romano.
Puntos Clave
- El sistema publicano era corrupto por naturaleza y permitía el enriquecimiento personal a costa del pueblo judío
- Los cobradores trabajaban para Roma, convirtiéndolos en colaboradores del poder ocupante ante sus compatriotas
- La falta de supervisión permitía extorsiones sistemáticas y abusos que empobrecían especialmente a agricultores y familias humildes
- El rechazo social era total, excluyéndolos de ceremonias religiosas y considerándolos impuros ritualmente
- La elección de Jesús demostró que su gracia alcanza incluso a los más despreciados por la sociedad
- La transformación de Mateo ilustra cómo el amor divino puede cambiar completamente una vida y un propósito
El Sistema Romano de Recaudación: Una Máquina de Corrupción

Para entender el desprecio hacia Mateo, debemos conocer cómo funcionaba el sistema de impuestos romano en Palestina. Este no se basaba en funcionarios estatales, sino en un complejo sistema de contratos privados que favorecía la corrupción.
El Estado romano arrendaba por una cantidad fija la recaudación de los impuestos a particulares, conocidos como publicanos, o a compañías de publicanos. Este sistema había sido diseñado durante la República romana para administrar un territorio vasto sin necesidad de una burocracia estatal extensa.
El Proceso Corrupto de Recaudación
Los contratos públicos estipulaban una cantidad que era pagada al estado por los contratistas en el momento de la concesión, pero si se conseguía algo de dinero extra este terminaba en los bolsillos de los inversores. En la práctica, esto significaba que los publicanos tenían libertad total para cobrar más de lo establecido oficialmente.
Los impuestos en la Palestina del siglo I incluían múltiples gravámenes que afectaban la vida cotidiana de las familias judías. Los romanos cobraban altos impuestos por la tierra, los bienes y los alimentos provenientes tanto del comercio como de una herencia. También se cobraban peajes a las personas que viajaban por las zonas bajo su control.
La Realidad Económica Brutal
La falta de control daba carta blanca a los publicanos, que contaban con toda la fuerza del estado y sus legiones para imponer tributos abusivos. Quiénes no podían pagar veían cómo su patrimonio era expropiado, y los que no tenían la suerte de ser ciudadanos romanos eran esclavizados.
Esta descripción nos ayuda a comprender por qué Mateo 9:9-13 generaba tanto escándalo entre los fariseos cuando Jesús decidió comer con publicanos y pecadores.
La Traición Cultural y Religiosa de los Publicanos

Más allá del aspecto económico, ser publicano representaba una traición cultural profunda que iba contra la identidad nacional judía.
Colaboración con el Invasor
Los publicanos eran judíos que trabajaban para el odiado gobierno romano para cobrar impuestos a los ciudadanos judíos. Esta colaboración era vista como una traición directa a su propio pueblo y a su herencia religiosa.
En el contexto judío del siglo I, trabajar para Roma no era simplemente un empleo más. Representaba la aceptación del dominio pagano sobre la Tierra Prometida y la participación activa en la opresión de los compatriotas.
El Precio Social del Rechazo
Era un sector de la sociedad muy mal visto, y que se juntaban entre ellos. Tenían prohibido participar en las ceremonias religiosas de la época, dado que su oficio era bastante arbitrario. Esta exclusión religiosa era particularmente dolorosa en una sociedad donde la vida espiritual definía la identidad personal y comunitaria.
Los publicanos formaban sus propios círculos sociales porque nadie más los aceptaba. Esta realidad explica por qué Lucas 5:29 menciona que en el banquete de Mateo había «muchos publicanos y pecadores».
La Impureza Ritual
En la mentalidad religiosa judía, los publicanos eran considerados ritualmente impuros no solo por su trabajo, sino por su constante contacto con gentiles y por su participación en un sistema que los obligaba a manejar dinero «manchado» por la idolatría romana.
Mateo: El Hombre Detrás del Desprecio

Para comprender completamente por qué Mateo era objeto de recriminaciones constantes, necesitamos analizar su posición específica dentro del sistema publicano.
Su Ubicación Estratégica
Los estudiosos sugieren que es posible Mateo estuviera cobrando impuestos en la frontera que había entre dos territorios con el fin de controlar las aduanas y los impuestos especiales que los viajeros debían pagar. Capernaúm, donde trabajaba Mateo, era un punto crucial para el comercio y el tránsito de personas.
Por ejemplo, Mateo cobraría un impuesto por cruzar el lago de Genesareth, ya que estaba cerca de Cafarnaúm, y ese era un impuesto que cobraba como arancel o peaje. Esta posición lo convertía en una figura visible y odiada por comerciantes y peregrinos que constantemente debían pagar por sus servicios.
Su Nivel Cultural y Económico
Contrario a la imagen de víctima que podríamos imaginar, los publicanos de la época tenían bastante cultura comparado con el resto de la población, porque sabían leer y escribir. Además necesitaban saber algo de griego para tratar con comerciantes internacionales.
Es probable que Mateo haya sido adinerado, ya que Lucas dice que Leví organizó un «gran banquete en su casa» para Jesús y «había mucha compañía» de publicanos y de otros. Esta riqueza, obtenida a costa de sus compatriotas, intensificaba el resentimiento hacia él.
La Complejidad de su Situación Personal
Mateo no era un simple empleado siguiendo órdenes, sino alguien que había elegido activamente participar en un sistema de opresión. Bajo acuerdo con los romanos, los publicanos eran responsables de recoger los tributos hasta un monto establecido como legal, y tenían el permiso de sacarle al pueblo más dinero de lo requerido.
El Llamado Revolucionario de Jesús

El momento en que Jesús llama a Mateo representa uno de los actos más revolucionarios registrados en los Evangelios, desafiando todas las normas sociales y religiosas de su época.
Un Acto de Gracia Radical
Cuando Jesús se acercó a Mateo 9:9 y le dijo «Sígueme«, estaba realizando un acto que nadie esperaba. Los cobradores de impuestos eran las personas más odiadas en toda la nación. Eran considerados menos que los herodianos y más dignos de burla que los soldados romanos de la ocupación.
La respuesta de Jesús a las críticas de los fariseos revela el corazón del Evangelio: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos… no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
La Transformación Inmediata
Cuando Jesús lo llamó, Mateo inmediatamente dejó su puesto donde recaudaba impuestos y siguió al Señor. Dejó tras de sí la fuente de su riqueza; dejó su posición de seguridad y comodidad. Esta decisión representaba un cambio radical no solo de empleo, sino de identidad completa.
El banquete que organizó Mateo inmediatamente después de su conversión demuestra su deseo de compartir la gracia que había recibido con otros que, como él, estaban excluidos de la sociedad respetable.
El Mensaje Universal
Al elegir a Mateo y salvar a Zaqueo, ambos publicanos, Jesús eliminó para siempre el elitismo dentro del reino de Dios. Este acto demostró que la gracia divina no conoce límites sociales, económicos o morales.
Lecciones Para la Actualidad

La historia de Mateo trasciende su contexto histórico y ofrece enseñanzas relevantes para nuestra época.
Contra los Prejuicios Sociales
El rechazo a Mateo nos recuerda cómo los prejuicios sociales pueden cegarnos ante el potencial de transformación en cada persona. Jesús vio en Mateo no lo que había sido, sino lo que podía llegar a ser.
La Gracia Que Transforma
Rechazado y desechado por la sociedad. Aceptado y escogido por Dios. La experiencia de Mateo ilustra cómo la gracia divina puede transformar completamente una vida, convirtiendo a un colaborador despreciado en un evangelista que compartiría las buenas nuevas con el mundo entero.
El Llamado a la Inclusión
El ejemplo de Jesús nos desafía a examinar nuestras propias actitudes hacia aquellos que la sociedad considera «indeseables» o moralmente cuestionables. ¿Estamos dispuestos a extender la gracia como lo hizo Jesús?
Conclusión
Mateo no era despreciado porque su trabajo fuera inherentemente malo, sino porque el sistema publicano romano era fundamentalmente corrupto y representaba una traición a los valores culturales y religiosos judíos. Su posición lo convertía en símbolo de la opresión extranjera y la codicia personal que empobrecía al pueblo.
Sin embargo, la elección de Jesús de llamar a Mateo como discípulo revela la naturaleza revolucionaria del Evangelio. No hay nadie tan perdido que esté fuera del alcance de la gracia divina, ni posición social tan despreciable que impida la transformación personal.
La historia de Mateo nos recuerda que Dios no nos llama por nuestros méritos pasados, sino por su gracia presente y su visión de lo que podemos llegar a ser. Su vida transformada se convirtió en testimonio viviente de que el amor divino puede cambiar cualquier corazón y cualquier destino.
La próxima vez que leamos sobre las críticas hacia Mateo en los Evangelios, recordemos que no estamos leyendo sobre un simple desacuerdo laboral, sino sobre la tensión entre un sistema social excluyente y un mensaje de gracia inclusiva que continúa desafiando nuestras propias barreras y prejuicios.



